Póngase su mascarilla de oxígeno antes de ayudar a los demás.

Hace poco visité a un amigo del pasado de 82 años. Se sentía deprimido. Cuando finalmente llegamos a la causa, fue la siguiente: había perdido su sentido de propósito. ¿Cómo sucede eso y cómo podemos asegurarnos de que no nos suceda a nosotros? Él se había quedado sin «oxígeno espiritual».
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Por Patrick Morley
Fundador y Presidente Ejecutivo de MIM

Pablo está hacia el final de su carrera y escribe a Timoteo, su protegido, desde la cárcel. Además de Timoteo, Pablo menciona a unos 20 colegas diferentes en el ministerio. De ellos, identifica por su nombre a cinco que se han convertido en falsos maestros o se han vuelto contra él. Cinco de veinte, una cuarta parte de ellos.

No me cabe duda de que Pablo había adquirido cierta perspectiva y experimentado muchas decepciones después de años de trabajar para llevar a otros a Cristo. Del mismo modo, si llevas años trabajando para Dios, también te habrás sentido defraudado y habrás visto a otros alejarse.

No es negativo o fatalista reconocer eso. Es sólo que el elefante en la habitación para todos es la caída. Este mundo no es el reino de Dios; es un lugar difícil, y aleja a muchas personas de Él.

Con esta realidad en mente, Pablo da las últimas exhortaciones a Timoteo, su hermano, amigo, colega, protegido e hijo. Es el consejo de un profesional experimentado. Pablo ha estado en muchos lugares, ha visto muchas cosas, y esta última carta es lo que quiere dejarle.

Ponte primero su propia mascarilla de oxígeno
En 2 Timoteo 1:13-14, Pablo escribe:
Sigue la pauta de las sanas palabras que has oído de mí, en la fe y el amor que hay en Cristo Jesús. Por el Espíritu Santo que habita en nosotros, guarda el buen depósito que se te ha confiado.

Al igual que Pablo conoció a personas que se habían alejado, es probable que tú también los hayas conocido: personas que olvidaron ocuparse de su propio camino con Dios, incluso mientras prestaban un gran servicio a Dios. Con el tiempo se quemaron o se descarriaron.

Hace poco estuve con un hombre de 82 años, amigo mío del pasado. Se sentía deprimido. Cuando finalmente llegamos al por qué estaba tan desanimado y deprimido, fue esto: había perdido su sentido de propósito. Se había quemado. Se había alejado de Dios. No estaba haciendo ningún trabajo para Dios porque ya no caminaba con Dios.

Pablo quería que Timoteo guardara el buen depósito porque él entendía esta verdad: su trabajo para Dios siempre será un reflejo de su caminar con Dios.

Si alguna vez usted ha volado en un avión, habrá escuchado alguna versión de esta instrucción de la azafata de vuelo: «Si la cabina pierde presión, las máscaras de oxígeno caerán del área superior. Por favor, colóquese la máscara de oxígeno sobre su propia boca y nariz antes de ayudar a otros».

¿Por qué lo dicen? Si usted prioriza asistir a otros en una emergencia cuando el nivel de oxígeno baja antes que ayudarse a usted mismo, rápidamente quedará inconsciente, incapaz de ayudar a nadie.

Esencialmente, Pablo está diciendo: «Timoteo, si quieres hacer ministerio, si quieres hacer discípulos, debes ponerte primero tu propia máscara de oxígeno».

Muchos cristianos, yo incluido, en algún momento han estado haciendo tanto trabajo para Dios que no cuidaron de sí mismos. No se pusieron su propia mascara de oxígeno primero. Y de repente, el nivel de oxígeno baja. Están exhaustos. Luchan por respirar. No tienen suficiente oxígeno para sí mismos, y mucho menos para los demás.

Si usted quiere discipular a otros, su prioridad #1 es su caminar con Dios. Llénese en su propia relación con Jesús; sólo entonces tendrá un desbordamiento de Jesús para dar a otras personas.

He aquí cómo: 3 mejores prácticas
En 2 Timoteo 1:13-14, vemos tres mejores prácticas en el consejo de Pablo que nosotros también podemos usar para mantener el oxígeno fluyendo en nuestro caminar con Dios.

Sigue la pauta de las sanas palabras que has oído de mí, en la fe y el amor que son en Cristo Jesús. Por el Espíritu Santo que habita en nosotros, guardad el buen depósito que se os ha confiado.

1) Comunicación en la relación
«Sigue la pauta de las sanas palabras que has oído de mí». ¿Cómo fue dada la sana enseñanza de Pablo a Timoteo? Fue dada a través de la comunicación en la relación.

Ciertamente, había comunicaciones escritas como esta carta, y Timoteo habría observado y escuchado atentamente mientras Pablo enseñaba y predicaba. Pero también salían juntos. Habrían pasado horas conversando a través de los años mientras hacían diferentes proyectos de ministerio juntos y viajaban.

Necesitamos hablar unos con otros. Hablar de verdad. Puede ser a través de una carta, un texto, una llamada telefónica o un correo electrónico. Pero el mejor medio es a través del tiempo que pasamos juntos, como durante una comida, en una caminata, pescando, o alguna otra actividad. Recordémonos, animémonos, desafiémonos y aconsejémonos mutuamente. Al hacerlo, nos ayudaremos mutuamente a mantener el rumbo.

2) Una actitud de fe y amor
«… en la fe y el amor que son en Cristo Jesús». Esta es la actitud con la cual guardamos nuestros corazones -con la cual guardamos el patrón de la sana enseñanza. Lo hacemos con fe y amor.

¿Qué es una actitud de fe? La fe es la seguridad de las cosas que esperamos y la convicción de las cosas que no vemos (Hebreos 11:1). Dicho de otro modo, la fe es creer en Dios de todos modos ante circunstancias imposibles.

Pablo escribió sobre el amor a lo largo de todas sus cartas: «Toda la ley se resume en este mandamiento: amaos los unos a los otros como Cristo os ha amado» (Gálatas 5:14); «Hacedlo todo con amor» (1 Corintios 6:14); y «Tres cosas son eternas: la fe, la esperanza y el amor; y la mayor de ellas es el amor» (1 Corintios 13:13).

Al seguir lo que se nos ha enseñado, debemos abordar nuestras relaciones y circunstancias con una actitud de fe y amor.

3) La ayuda del Espíritu Santo
«Por el Espíritu Santo que habita en nosotros, custodiad el buen depósito que se os ha confiado». Primero, fíjese en la palabra «nosotros».  Pablo no está diciendo que hagamos esto con la ayuda del Espíritu Santo que vive en ti, Timoteo, y en mí, Pablo, sino con la ayuda del Espíritu Santo que habita dentro de todos nosotros.

Del mismo modo, cuando oramos la oración del Señor, no decimos: «Padre mío que estás en los cielos, dame hoy mi pan de cada día, perdona mis pecados, guárdame del mal, no me dejes caer en la tentación». Es nuestro Padre, y somos nosotros. «Nosotros» es el valor de la vida cristiana.

Pero Pablo también recuerda a Timoteo que es más que un «nosotros» comunitario y humano. Podemos hacer mucho con nuestras propias fuerzas humanas, en la medida de nuestras posibilidades. Y podemos hacer aún más juntos. Pero cuando el Espíritu Santo entra a formar parte de la ecuación, el juego cambia por completo.

El Espíritu Santo es llamado de muchas maneras en las Escrituras, como abogado, consejero, ayudador y consolador. Y ese mismo Espíritu Santo mora dentro de nosotros. Tal como Jesús dijo a sus discípulos, el Padre ha enviado al Espíritu Santo para recordarnos todo lo que se nos ha enseñado.

Cuando nos abrimos a la ayuda del Espíritu Santo para guardar este depósito, Él nos llena hasta rebosar en nuestra relación con Él.

¿Quiere usted ayudar a los demás? Estas tres mejores prácticas le ayudarán a ponerse su máscara de oxígeno primero y a mantener el oxígeno fluyendo para que pueda verdaderamente ser usado por Dios en las vidas de otros.

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Traducido por: Elizabeth Guevara Cabrera.