“El que detiene el castigo, a su hijo aborrece; Mas el que lo ama, desde temprano lo corrige”. Proverbios 13:24 RVR-1960

En la primera parte vimos dos conductas que causan actitudes violentas de los hijos hacia los padres, en esta segunda parte ampliamos el tema abordando otras causas.

  1. Falta de Disciplina

Algunos padres no saben disciplinar. Voy a poner un ejemplo: Un niño está haciendo algo que no debe, su padre pasa, lo ve y le dice “deja de hacer eso”, el niño responde “sí, después”, entonces el padre lo deja pasar, pero luego vuelve a pasar lo mismo y le repite varias veces que le haga caso, pero el hijo no lo hace, llega el momento que el padre ya enfurecido reacciona gritándole o golpeándolo.

Esta situación provoca tres cosas, la primera da paso a las otras dos. El niño crea resistencia a la autoridad y piensa “hago caso cuando yo quiero”, además de provocar al padre que es su autoridad, le va produciendo enojo y este crece cada vez que le pide que haga caso y este no lo hace. La reincidencia del niño a desobedecer lleva a su padre reaccionar con furia, la cual es interpretada por su hijo como agresión y enojo de su padre.  Aunque al final se someta, a medida que pasa el tiempo ese sometimiento se convierte en enojo, que en algún momento lo expresará contra su padre, que ya ha perdido la autoridad sobre su hijo.

Si usted quiere que el niño obedezca, debe procurar que lo haga desde la primera vez que da una indicación para que este no cree resistencia a su autoridad, y así usted no se enojará. Enseñar a los hijos a obedecer les dará autocontrol, y esto les ayudará en el futuro a manejar las frustraciones de la vida y afirmará en usted su autoridad evitando situaciones vergonzosas y tristes en el futuro.

Esta problemática se desarrolla más fácilmente cuando los padres tienen problemas entre si, como la comunicación, pues tendrán la tendencia a crear alianzas con uno o más de sus hijos para llenar los vacíos que hay entre ellos y para pelear o defenderse del otro.

Los distanciamientos emocionales entre la pareja aumentan las actitudes negativas de los hijos hacia uno de los padres, que al final se reflejará hacia ambos progenitores. También puede afectar los problemas de autoestima que tienen algunos padres, pues esto crea temor de perder el amor de sus hijos. También es un problema que los padres estén llenos de culpa por no pasar tiempo suficiente con sus hijos, esto los lleva muchas veces a ser padres pasivos, es decir, dejar hacer y dejar pasar los malos comportamientos de los hijos, y esto aumenta si tuvieron padres dominantes, los cuales los desvitalizaron para enfrentar su propia vida.  Si este es su caso debe permitir la acción sanadora de Jesucristo.

Sigue leyendo la tercera parte de este artículo, queremos ayudarte a ser un buen padre o madre.

Que Dios te ayude en todo lo que emprendas.
Dr. Miguel e Irene Garita Ministerio Cuidado Familiar.