“Pero Jesús dijo: Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de los cielos”. Mateo 19:14 RVR-1960

La convención sobre los derechos del niño manifiesta que todos los niños y niñas necesitan un hogar con un entorno seguro y cariñoso que le permita un desarrollo y crecimiento sano en todas las áreas de la vida, tanto en lo físico, es decir en su cuerpo, como en su mente y espíritu.

Sin embargo, esta declaración mundial, no está siendo una realidad para millones de niños en los diferentes países que la han ratificado, tanto en los más desarrollados como en los llamados del tercer mundo, muchos niños están siendo abusados y maltratados tanto en lo físico como en lo psicológico.

La mayoría de los casos de violencia sucede dentro de su propio hogar. En otros casos los niños se convierten en objetos de esclavitud sexual, laboral, y tráfico de órganos, ¡que, gran tragedia!

Esto ha causado niños inseguros, ansiosos, violentos, y en muchos casos con grandes problemas de ajuste psicosocial, con enfermedades psicológicas incurables, destinados a los manicomios o a la cárcel.

Pero hay otro gran grupo de niños y niñas que sufren en silencio, el abandono, descuido e indiferencia de sus padres. Son objetos de la violencia cuando el padre o la madre pasan por una situación difícil y descargan sobre ellos su enojo y frustración. Otros sufren violencia por su parecido físico al cónyuge que maltrata a la pareja.

Digo que sufren en silencio, pues debido a que la lealtad o miedo a sus padres no les permite contarlo a otros, y se tragan ese dolor, miedo y ansiedad que produce esa vida de maltrato.

¡Que, triste situación para estos hijos! Parece, que los padres no han aprendido a resolver sus problemas matrimoniales sin afectar a sus hijos, y ellos nada tienen que ver en su mala relación.

Sin embargo, la situación no queda ahí, existe otra gran población de niños que tienen padres “relativamente buenos”, pero son padre que descuidan a sus hijos, ya sea por estar hablando en su celular, o cuando están inmersos en sus propios problemas e intereses. Se aíslan de tal manera de sus hijos que no cuidan lo que ellos están haciendo.  Muchos niños sufren accidentes porque estos padres les descuidaron.

Querido amigo, como padres de hijos pequeños, adolescentes o para quienes ya tienen nietos, la pregunta para usted es ¿cómo es usted con ellos?, ¿es su hogar un lugar seguro donde se sienten amados?, ¿Está viviendo en momentos de mucha congoja económica, relacional, espiritual, por lo que tu carácter cambia y se hace más irascible, y se descarga con ellos? ¿Sabe cómo se sienten sus hijos en el hogar cuando estas en casa? ¿Se sienten felices por el trato que les das?

Debes saber que la Biblia nos enseña a cuidar a los hijos y a bendecirlos. Colosenses: 3:21 dice: “Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten”.

También dice: “Él bendecirá a los que temen al Señor, tanto a pequeños como a grandes. El Señor os, prospere, a vosotros y a vuestros hijos”. (Salmos 115:14).

“Sean nuestros hijos en su juventud como plantíos florecientes, y nuestras hijas como columnas de esquinas labradas como las de un palacio”. (Salmo 144:12).

Querido padre o madre cuida a tus hijos e hijas, protéjalos, y sé un progenitor que permite que sus hijos se acerquen a Jesús, porque en un hogar seguro y lleno de amor, ellos pueden conocer lo que Dios hace por ellos. Bendice a tus hijos.

Que Dios te ayude en todo lo que emprendas hoy.

Doctor Miguel e Irene Garita
Ministerio Cuidado Familiar
Iglesia del Nazareno, Región Mesoamérica

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