“No tengo mayor gozo que éste: oír que mis hijos andan en la verdad” 3 Juan 1:4

Vivimos en un tiempo donde hay muchas ideas acerca de cómo criar a los hijos, pero nadie nos enseña a ser padres o madres, en la mayoría de los casos se aprende por ensayo y error, por lo que nuestras actitudes y conductas como padres a veces son efectivas, pero otras no.

Por otro lado, muchas veces se siguen los modelos aprendidos, es decir, repetimos la forma en que fuimos criados, por ejemplo, si tuvimos padres indiferentes, poco afectivos o que nos abandonaron, tendremos la tendencia a repetir esas conductas porque afectaron de tal manera que se repiten inconscientemente. También se van agregando otras conductas que muchas veces agrava la manera de ser padres.

En general se puede hablar de tres estilos de padres, en esta primera parte les hablaremos de la primera que son los “padres de tipo autoritario”.

En este grupo hay dos extremos, por un lado, los padres agresores, abusadores y manipuladores, y en el otro extremo están los padres que rechazan y no dan afecto natural a sus hijos. Todos los mencionados anteriormente en general son exigentes, tratan a sus hijos como si fueran objetos, son duros y no expresan amor.

Cuando son del extremo más malo, el de los padres agresores, estos castigan duramente a sus hijos, los denigran, les exigen una perfección que ellos como padres no tienen; son dominantes, e intolerantes; y a toda esta conducta se le agrega que nunca demuestran amor ni misericordia por sus hijos, siempre quieren tener el control y que sus hijos sigan siempre sus órdenes. Ejercen su autoridad con amenazas, golpes, gritos y sin compasión ni afecto natural. Si el hijo se equivoca lo maltratan duramente.

Dentro de este grupo también se pueden encontrar los padres abusadores sexuales y hasta los explotadores. Los hijos de estos padres por lo general son inseguros, llenos de temores, ansiedades y complejos, suelen tener serios problemas de autoestima.

Por otro lado, desarrollan actitudes y pensamientos de violencia que mantienen controlados por mucho tiempo mediante una actitud sumisa, esta es derivada por sentimientos de culpa que desarrollan al no sentirse queridos por sus padres.

Estos hijos creen que la culpa de ser rechazados es de ellos y la van cargando por la vida. También suelen sentir que tienen que vivir agradando a sus padres, dar la talla en todo para ser queridos, por lo que se exigen mucho y esto afecta su salud mental por lo que necesitarán terapia y consejería cristiana que les permita perdonar a sus padres y perdonarse a sí mismos para sanar, de lo contrario vivirán llenos de problemas de salud mental.

Que nuestros hijos anden en la verdad. Le espero en la próxima entrega para que aprendas más del tema.

Que Dios les ayude en todo lo que emprendan hoy.

Doctor, Miguel e Irene Garita.
Ministerio Cuidado Familiar.
Iglesia Del Nazareno Región Mesoamérica.

Descarga el documento pdf:  El Estilo de Crianza Determina la Calidad de Vida de los Hijos (primera parte)