5 Tentaciones Comunes para los Líderes y
Su Vida Devocional

Por Dan Reiland

Cuarenta años de ministerio me han enseñado que sólo Jesús trae el poder real y la autoridad que cambia la vida que hace posible que cualquier iglesia alcance su potencial.

Sin embargo, a menudo dirigimos con menos de ese poder pleno.

Nunca es intencional, pero es sorprendentemente fácil caer en liderar por su propia capacidad, o al menos parcialmente por su cuenta, especialmente cuando la presión es fuerte y Dios no parece moverse tan rápido como usted espera y ora.

He orado y buscado a Dios durante todos estos años, pero no siempre me he inclinado completamente hacia el significado de cómo mi relación con Él impacta mi liderazgo.

Intelectualmente he sabido desde el primer día que Dios es mi fuente, pero sólo décadas de experiencia me han revelado la profundidad de esa verdad. Él es realmente el fundamento y la fuerza de mi alma, y mi liderazgo nunca alcanzaría su potencial sin Él.

Con demasiada frecuencia, los líderes que aman a Dios pueden consumirse tanto con la obra de Dios que su caminar con Dios no siempre es lo que podría ser.

El resultado es que su liderazgo sufre.

Sin embargo, en vez de correr hacia Dios, trabajan más duro. ¿Le suena familiar?

Por favor no malinterprete; su liderazgo en la iglesia local es crítico para el avance de la Gran Comisión.

¡Necesitamos buenos líderes y un buen liderazgo!

Sin embargo, el liderazgo por sí solo no es suficiente.
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5 Tentaciones Comunes para los Líderes y su Vida Devocional Que Debemos Evitar

1) La tentación de sufrir de culpa

Me encanta orar, pero me ha tomado años desarrollar una verdadera consistencia. Tengo un cuarto de oración en el sótano que es como un santuario para mí; es tierra santa donde Dios y yo nos encontramos. Allí encuentro alegría, paz y poder; afortunadamente, ya no son deberes ni rendimiento.

Pero recuerdo momentos en los que luchaba por ser coherente y me sentía culpable. ¡La culpa te roba la alegría! Y una vida de oración orientada al rendimiento y al deber es lo último que usted necesita permitir en su vida devocional con Dios.

Esto no es una excusa para ninguno de nosotros, necesitamos desesperadamente tiempo diario con Dios, pero la culpa es una táctica del Diablo, no un castigo de Dios.

Dios puede traer convicción, pero no trae culpa. El problema es que a menudo se sienten igual. La diferencia es que la convicción le lleva de regreso a Dios, y la culpa le aleja de Dios.

No deje que el Diablo le engañe; la comunión con Dios es un regalo; es una invitación de su Padre Celestial que le ama. La oración es un lugar seguro que restaura su alma, le proporciona sabiduría y perspicacia, y le trae paz.

2) La tentación de perder la alegría

Cuando usted hace de la oración una tarea con siete pasos que cumplir y montañas de comentarios que leer, esto puede traer consigo la pérdida del gozo.

A veces puedes simplemente sentarse con Dios, disfrutar de Su presencia y empaparse de Su Palabra. Si sólo lee un versículo y medita, estupendo. No es una competición.

Aprecio profundamente las aplicaciones devocionales, como la lectura de la Biblia en un año, pero siento empatía cuando los líderes se lamentan de que se han saltado un día o dos y ahora «es un proyecto que hay que mantener al día» en lugar de una relación que disfrutar.

Puedo ver cómo se les borra la alegría del rostro.

Puede que usted se sienta tentado a volver más lentamente a su práctica devocional porque siente que debe «ponerte al día» en lugar de simplemente estar quieto en comunión con Dios.

El propósito es acercarse, adorar y escuchar a Dios. El gozo es conocerlo, amarlo y querer obedecerlo. No marcar las casillas.

Nunca perder la gracia en busca de la verdad, y nunca renunciar a la alegría en la obediencia.

3) La tentación de funcionar sin poder

Rara vez es intencional, pero es fácil deslizarse a liderar desde su propia habilidad en lugar de hacerlo con el poder de Dios. Dirigir con su propio talento es a menudo el resultado de las demandas del ministerio, problemas que resolver, y la presión en general. La presión puede ser tan grande que pensamos que no hay tiempo para orar, pero lo opuesto es verdad; todos necesitamos orar aún más.

Dios no retiene Sus promesas, favores o bendiciones cuando nos falta tiempo en nuestra vida devocional; simplemente no lo aprovechamos. Él siempre está con nosotros, pero también debemos movernos hacia Él.

Dios nos dio acceso a Su Espíritu dentro de nosotros, pero ese poder no es automático. En cambio, funciona en una relación de dependencia, adoración, oración y silenciosa espera de Su guía y tiempo.

No es una transacción legalista, pero como la comunión con Dios, no puede ser apresurada. Con esa comunión, el poder de Dios no sólo está disponible; es abundante.

4) La tentación de ceder a la duda

En un trato de negocios, cuando usted no tiene los números o le falta información, tiene grandes dudas.

En una relación, cuando no se habla mucho, no se está cerca o incluso se desconecta, se puede dudar del estado real de la relación. La distancia de Dios puede reducir su fe y hacerle dudar. Intelectualmente usted cree, pero experimentalmente no está del todo convencido debido a la distancia.

El alejamiento de Dios provoca la duda en Dios. Por eso, el principio del remedio es una conexión renovada y más profunda.

Ahora mismo se estará preguntando: «¿estás diciendo que la respuesta a todo es orar más?». No, no lo estoy diciendo, pero es una parte importante.

Por supuesto, debemos salir del armario de la oración y poner nuestra vida devocional a trabajar, pero eso comienza con una vida devocional.

Es increíble cómo la fe en acción acalla la duda.

5) La tentación de evitar el silencio

En los últimos años, he aprendido que no puedo tener mi smartphone conmigo en mi cuarto de oración.

Cuando lo llevo conmigo porque se acerca una llamada importante, pero no sé cuándo, como la de un médico, por ejemplo, pienso que ¡no puedo perderme esa llamada! Pero puedo perdérmela, sólo que no quiero. Esto solamente forma parte del ruido al que nos hemos acostumbrado y, al final, pensamos que no podemos vivir sin eso.

¿Ha notado alguna vez que la quietud y el silencio pueden resultar incómodos? Sin embargo, las Escrituras, por ejemplo, el Salmo 46:10, nos instruye a estar quietos y saber que Él es Dios. Podemos hacer que nuestra vida devocional sea ocupada y complicada. Pero manténgala simple. Encuentre las herramientas necesarias que le ayuden a disfrutar de la consistencia que usted desea.

2022 Dan Reiland | El Entrenador del Pastor – Desarrollando Líderes de la Iglesia

Traducido por: Elizabeth Guevara Cabrera.