Información práctica para navegar por el dolor del liderazgo
Por Dan Reiland

Cuando usted no está seguro si el dolor del liderazgo vale la pena con tal de lograr resultados del liderazgo, es probable que experimente frustración, duda y falta de alegría. A todos nos encanta la promesa del liderazgo: vidas cambiadas, un futuro mejor y el avance del Reino de Dios. Cuando la promesa del liderazgo choca con el dolor del liderazgo podemos comenzar a dudar y preguntar: «¿Realmente vale la pena?»

El dolor del liderazgo se manifiesta de varias maneras diferentes. Éstos son sólo algunos ejemplos:

El dolor de ser incomprendido
La comunicación es complicada. Las redes sociales interpretan tus palabras y viajan a la velocidad de la luz. Es difícil recuperar la verdad cuando la percepción gana el momento.

El dolor del rechazo
Es más desafiante liderar hoy que nunca. Si dice algo incorrecto (cualquier cosa puede estar mal para alguien), puede ser cancelado.

El dolor de un ataque personal
Aquellos a quienes ha amado, servido y desarrollado durante años pueden tomarlo completamente por sorpresa con un ataque personal.

El dolor del desánimo profundo
El desánimo es muy frecuente entre los líderes de la iglesia. Es quizás la principal causa de tirar la toalla.

Desafortunadamente, la Covid ha intensificado esa realidad. Cuando lees una lista como esta, es una realidad aleccionadora. El primer paso para navegar por el dolor del liderazgo es decidir si vale la pena. Usted tiene la sensación de que la respuesta correcta es «Sí, vale la pena». Pero muy a menudo no se siente así.

No puedes convencerte a ti mismo de tener una creencia verdadera. Lo del «soldado obediente» te ayudará a superar una temporada difícil, pero no funciona para toda la vida. Necesitas creer auténticamente que el dolor del liderazgo vale la pena por la promesa del liderazgo a nivel del corazón para permanecer en el juego durante el largo camino.

Información práctica para ayudarle a seguir adelante: 3 verdades sobre el dolor del liderazgo

1) No hay progreso sin dolor.
Los jugadores profesionales de fútbol saben que nunca anotarán sin algo de dolor mientras mueven la pelota por el campo. Pero, viene con el territorio, ¡y te dirán que vale la pena! ¡¿Cuánto más para nosotros que llegamos a servir a la iglesia?!

No hay progreso sin dolor; por lo tanto, el liderazgo tiene un costo. Es por eso que primero debes decidir que el dolor vale la pena. A todos nos encantaría que el liderazgo consistiera en maravillosas reuniones para almorzar con maravillosos líderes voluntarios, un buen café mientras estudian la Biblia y personas que hacen fila para servir en la guardería. Pero todos sabemos que esa no es la realidad del liderazgo. Sacrificios, reveses y luchas marcan el camino del liderazgo, pero el progreso hacia la visión hace que todo valga la pena y ¡mucho más!

Abrazar el dolor no significa que lo busquemos o lo disfrutemos. No se trata de una extraña perspectiva ascética del dolor. Es simplemente reconocer la realidad.

2) El crecimiento personal viene a través del dolor.
En su excelente libro Leadership Pain: The Classroom for Growth, (El Dolor del Liderazgo: el aula para el crecimiento), mi amigo Sam Chand escribe: “Sólo crecerás hasta el umbral de tu dolor”. Esa es una verdad tan profunda. Tantos buenos líderes se han “desprendido” (renunciado) porque el dolor se volvió demasiado grande. Como resultado, ya no están en el ministerio. En algunos casos, esto fue lo más sabio y saludable, pero muchas veces, si cada persona pudiera ver el otro lado del dolor, el crecimiento personal los llevaría a través del proceso.

Extender el umbral de tu dolor comienza con tu llamado; está conectado a tu visión y reside en su resiliencia.

3) Simplemente no puedes correr más rápido que el dolor.
Como líder joven, yo tenía los ojos brillantes y estaba ansioso; no sabía que había oposición. Hoy, todavía estoy entusiasmado e increíblemente optimista sobre el futuro, pero soy muy consciente del precio y he aprendido a navegarlo con éxito. Aprendí que, como líderes, no podemos dejar atrás el dolor y, cuando lo intentamos, las cosas empeoran.

Las formas más comunes en que los líderes intentan dejar atrás el dolor son:

  • Medicándolo – Cubriendo el dolor con placer.
  • Evitándolo: fingir que no es real.
  • Concintiéndolo– Sentir lástima por uno mismo.

En cambio, es mucho mejor enfrentarlo, ser honesto al respecto y crecer a través de él.

Veamos algunas cosas que te ayudarán a hacerlo.

3 Pasos para convertir el dolor en poder:

Nota: Por favor, no crea que estoy trivializando el dolor de alguien al dar «tres sencillos pasos». El dolor es difícil y el viaje no es fácil, pero quiero animarte y decirte que puedes hacerlo, vale la pena y oro para que esto te ayude.

1) No dirija solo.
El dolor nos hace retroceder. Tendemos a encoger nuestros sueños para que se ajusten a nuestro dolor. A menudo tratamos de proteger nuestros corazones de más dolor, lo que puede resultar en alejarnos de las personas a las que necesitamos acercarnos. Cuando lideras más aislado, puedes perder la perspectiva, la motivación y la confianza. El dolor nunca fue destinado a ser retenido en el interior. El dolor que llevas en el estómago es como un cáncer que carcome el espíritu de liderazgo que Dios puso en ti.

No fuiste diseñado para liderar solo. En su lugar, dirija hombro con hombro con al menos un pequeño grupo de personas que lo conozcan bien, que lo amen tal como es, que le den buenos consejos y lo ayuden a llevar la carga. Estos son líderes y amigos en quienes confías y ellos confían en ti. Te dirán la verdad y son para ti. Pero recuerda, no necesitas muchos como estos para crecer a través del dolor y llegar hasta el final con alegría, paz y éxito como Dios los define.

2) Permite que el dolor te profundice, no que te derrote.
Permítanme decir nuevamente que el dolor de liderazgo no es algo que buscamos o disfrutamos, pero viene con el territorio. El dolor del liderazgo puede vencerlo o profundizarlo a usted. Cuando aceptamos el dolor que la vida nos trae en lugar de intentar medicarlo, evitarlo o consentirlo, una de las primeras cosas buenas que hacemos es reflexionar sobre ello. Reflexionar sobre tu dolor no es lo mismo que quedarte atrapado en él; se trata de reducir la velocidad para comprender el dolor y la pérdida y cómo superarlos. Esto te profundiza a nivel del alma y te hace más fuerte. Cuanto más fuerte te vuelvas, mayor será tu capacidad para superar el siguiente punto de dolor más rápido y con más resiliencia.

Esto a menudo requiere que alguien hable con usted. No dudes en hacer eso. Pero, recuerda, no lideres solo, y siempre lleva tu dolor a Jesús. Él lo entiende.

3) Mantén tus ojos en la promesa.
Si eres padre, amas a tus hijos y harías casi cualquier cosa por ellos. Sin embargo, es probable que también haya enfrentado al menos algunos momentos desafiantes, incluidos algunos conflictos y tal vez decepciones en el camino. Sin embargo, como mamá o papá, cuando mantienes los ojos en la promesa y la esperanza del futuro de tu hijo, ¡te mantienes en marcha! ¡No solo lo mantiene en marcha, sino también con amor incondicional, compromiso y alegría!

Es muy similar a un líder de aquellos a quienes amas, te preocupas y eres responsable. La esperanza de un futuro mejor te mantiene en marcha. Cuando ves que la vida cambia, te animas a seguir liderando.

¿Cuál es tu sueño? ¿Cuál es tu visión?

¡Mantén tus ojos en la promesa!

© 2022 Dan Reiland | El Entrenador del Pastor – Desarrollando Líderes de la Iglesia

Traducido por Noyma González Morejón