“El que halla esposa halla el bien, Y alcanza la benevolencia de Jehová”. Proverbios, 18:22

He oído en muchos jóvenes la siguiente frase “no quiero casarme, no quiero vivir lo mal que vivieron mis padres, y luego terminar en un divorcio”. La alta incidencia de fracasos matrimoniales a debilitado la imagen del matrimonio y la familia los cuáles nacieron en el corazón de Dios.

Las crisis matrimoniales están llevando a muchos matrimonios al fracaso, en muchos casos con altas dosis de dolor y tristeza, afectando a los hijos, que son las víctimas silenciosas del divorcio. Los hijos crecen con dolor y crean una resistencia a no volver a vivir estas experiencias, y aunque se enamoran y desean estar junto a su pareja, terminan conviviendo sin casarse, para librarse del matrimonio, que para ellos es algo muy malo.

Desde la perspectiva cristiana, vivir juntos sin estar casados impide la bendición de Dios para la pareja y la familia. Por esto, presentamos algunas ideas que fomenten y mejoren la relación de pareja:

  1. Mantengan su espacio personal o individual. Esto significa que, aunque estén casados, ustedes pueden seguir practicando sus aficiones, teniendo las mismas amistades, y más, pues ahora aumentan con las de su pareja, y puede seguir expresando de diversas maneras su personalidad, sin temor o sin hacerlo a escondidas.

Algunas personas piensan que casarse es perder su individualidad, y que deben hacer todo en pareja para unirse más, y lo hacen así en toda la dinámica matrimonial. Piensan que deben cambiar al casarse, pero si bien, es necesario hacer algunos cambios, hay que tener en cuenta que la unión matrimonial no debe despersonalizar a ninguno de los dos. En el matrimonio hay que crecer y seguir desarrollándose como persona, y mantener el espacio individual es parte de eso.

Se debe mantener un equilibrio entre el espacio matrimonial y el espacio personal, cuando esto se logra, la confianza de la apareja crece, y le permite pasar del “yo” al “nosotros”, esto es madurez personal y matrimonial. Así se fortalece la relación, donde habrá un aumento de la felicidad y seguridad.

  1. Desarrollar nuevas expectativas para matrimonio. Al casarse todos tienen expectativas para su relación matrimonial, pero cuando estas chocan con la realidad que viven, surgen dificultades y frustraciones, por lo tanto, es importante saber que las expectativas fueron creadas en la mente de cada individuo sin tomar en cuenta las expectativas, carácter y personalidad de su cónyuge.

“Yo creía que sería mi amigo/a y que hablaríamos de todo” dicen algunos, pero la realidad es que tienen problemas para expresarse y hablar.

Este ejemplo, y muchos otros, nos muestran que muchas expectativas que se traen acerca de lo que sería el matrimonio, no se pueden cumplir, y que será necesario enfrentarlo y resolverlo de una manera lógica y sana.

Ambas personas en el matrimonio deben llevar sus expectativas a Cristo, y Él ayudará a resolver las diferencias de una manera que pueda conducirlos al crecimiento como cónyuges y padres. Al permitir que Cristo obre en el matrimonio, todos en la familia serán felices.

Que Dios te ayude en todo lo que emprendas hoy.

Doctor Miguel e Irene Garita
Ministerio Cuidado Familiar
Iglesia del Nazareno, Región Mesoamérica

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