“Como una ciudad cuya muralla ha sido derribada, es el hombre cuyo espíritu no tiene freno”. Proverbios 25:28 RVA 2015

Estamos en una sociedad de alta exigencia para todos, en especial para nuestros hijos porque tienen que enfrentar una época donde las ideas y los principios son constantemente cuestionados, aún los más altos, como el amor, la vida, etc., esto fuerza a que sólo las personas más aptas, puedan vivir mejor, tener mejores empleos, oportunidades y disfrutar mejor de todo lo que ofrece la sociedad actual. El resto serán personas que vivirán por debajo de sus posibilidades.

Lograr ser apto, no es por ser muy inteligente, sino por haber aprendido las habilidades emocionales adecuadas para poder responder a las exigencias de la vida en sociedad; exigencias como, enfrentar el constante cambio, no sólo de ideas, sino de formas de vida como la violencia, drogas, delincuencia, el dinero fácil, una vida superficial, y la búsqueda de los placeres sin las responsabilidades que se debe tener para vivir bien.

Para contrarrestar todo esto, necesitamos formar hijos, desde temprana edad, con disciplina, con creencias y valores firmes que les ayuden a mantenerse dentro de los límites de una vida sana y exitosa.

Por otro lado, se necesita enseñarle a los hijos a tener un plan de vida y ser persistentes para lograr las metas propuestas, aunque estas puedan parecer muy altas.

Sin embargo, no es fácil enseñar esto ante tantos estímulos negativos que atacan a niños y jóvenes a cada instante. Como dice el pasaje propuesto, necesitamos formar muros o barreras que les den contención y seguridad ante la vida futura, por esto debemos ejercer una paternidad responsable e intencional, con la claridad de que enseñamos para formar un carácter firme, con creencias firmes, que les sirvan de guías en la vida.

Para esto, es necesario crear buenos hábitos, como el habito de la lectura bíblica. Historias bíblicas con enseñanzas que sugieran la tolerancia, la paz, la solidaridad y el servicio a los demás. Inclusive se pueden reforzar con otros libros de buenas enseñanzas.

Cada hábito se aprende cuando repetimos algo por tres meses seguidos o más. Por ejemplo, si su hijo lee unos versículos diarios a una hora específica con el tiempo formará ese hábito.

La lectura amplía la comprensión y el entendimiento, desarrolla la capacidad de análisis y afirma nuestras creencias y sobre todo, nos enseña a pensar, incrementa el vocabulario, ayuda al desarrollo cognitivo y emocional y además afirma nuestras actitudes y pensamientos.

Padre o madre, fomente la lectura más que la televisión o cualquier otra actividad. Ponga metas de lectura, como 10 o 20 páginas diarias.

En la próxima entrega le daremos más ideas de cómo formar un carácter exitoso en sus hijos.

Que Dios le ayude en todo lo que emprenda hoy.

Dr. Miguel e Irene Garita
Ministerio Cuidado Familiar
Iglesia del Nazareno, Región Mesoamérica.

Descarga el documento aquí: Cómo Formar un Carácter Exitoso en Nuestros Hijos (Primera Parte)