“Heme aquí, envíame a mí” sigue resonando en Pedernales.
La primera etapa del proyecto misionero concluyó con frutos visibles y corazones transformados.
El pasado 24 de agosto finalizó la primera etapa del proyecto Isaías 6:8 en República Dominicana, un plan misionero de seis meses que tiene como meta plantar una Iglesia del Nazareno en la comunidad de Pedernales. Durante tres meses, un equipo de misioneros de cuatro países sirvió activamente en la zona.
El equipo inicial estuvo conformado por Wellington (República Dominicana), Cecia (Guatemala), Keren (Nicaragua) y Axel (El Salvador). Su labor incluyó salas de tareas, clases gratuitas de inglés, visitas a familias, discipulados con niños y adolescentes, y evangelismo creativo. Cada fin de semana entre 50 y 60 niños participaron en los servicios y actividades.
Tambiém, con el apoyo de la Iglesia del Nazareno Altos de Chavón, de Santo Domingo, se realizó una Escuela Bíblica de Verano con más de 150 niños asistentes. Varios adolescentes recibieron a Jesús y comenzaron su discipulado. También se llevó a cabo un taller de velones donde participaron más de 20 mujeres, quienes fueron alcanzadas con el mensaje de Cristo. Los misioneros acompañaron a familias en momentos difíciles, como el fallecimiento de la madre de dos adolescentes de la comunidad.
El respaldo del Distrito Sur de República Dominicana fue fundamental para el proyecto. Gracias a su provisión de vivienda para los misioneros, espacios para reuniones, equipo de sonido, útiles escolares, entre otros, la obra pudo sostenerse y avanzar con firmeza.
El cierre de esta primera fase fue marcado por el bautismo de siete personas en la playa, experiencia profundamente emotiva y significativa. Historias como la de Carmen —quien llegó a la iglesia gracias a la invitación de un adolescente, aceptó a Cristo y finalmente pidió ser bautizada— muestran la huella de Dios en esta comunidad.
Los testimonios de los misioneros reflejan transformación personal y ministerial:
- Wellington compartió: “Durante estos dos meses vimos a Dios obrar de manera sobrenatural, mi padre sufrió dos infartos, pero Dios lo sostuvo y hoy está estable, y se ha reconciliado con el Señor”. Para él, esta experiencia no solo fue un desafío, sino también una confirmación de la fidelidad de Dios en medio de la misión.
- Cesia expresó: “Sé que me llevó a Pedernales para tener un encuentro conmigo. Algo cambió en mí, ahora regreso a mi país convencida de que estoy lista para comprometerme con un periodo de servicio más largo”. En sus palabras se percibe que la misión no solo transformó a la comunidad, sino también su propio llamado.
- Keren Romero afirmó: “Nunca pensé amar y disfrutar tanto de este tiempo. Ver el respaldo del Señor en cada plan, llena de gozo mi corazón. La iglesia en Pedernales ahora también es mi iglesia sin importar la distancia. Ahora veo las misiones con una mirada diferente”. Para Keren, el paso por Pedernales marcó un antes y un después en su visión de la vida misionera.
- Axel compartió con gratitud: “Doy gracias a Dios por este tiempo en Pedernales. Un tiempo de mucha bendición. Dios nos permitió plantar una iglesia, y todo fue gracias a su misericordia. Aprendí a depender totalmente de Dios. Gracias a Él que pude ser usado como un instrumento para alcanzar los corazones. Muchos de ellos no conocían a Jesús, pudimos compartirles de Él y muchos lo aceptaron en su corazón. Te invito a que puedas dejarte usar como un instrumento de Dios y decirle ‘heme aquí’ para que Él te envíe y use lo que tienes en tus manos”.
En medio de todo, también se levantaron testimonios de fe en la comunidad:
- Manuzca, una de las bautizadas, dijo: “Fue un momento muy especial para mí, me hizo reflexionar sobre todas las cosas en mi vida. Me siento súper feliz por lo que Dios está haciendo en mí”.
- La historia de Carmen conmovió especialmente al equipo. Wellington relató cómo ella, tras asistir a varias reuniones, preguntó con sencillez: “¿Yo puedo bautizarme?”. Esa pregunta abrió camino a un testimonio vivo: Carmen fue bautizada y ahora sirve activamente en la iglesia. “Su historia nos recuerda que un corazón dispuesto, una invitación sencilla y una iglesia que abraza con amor pueden cambiar una vida para siempre”, compartió Wellington.
El 21 de agosto inició la segunda fase con la llegada de un nuevo equipo: Leonel de la Cruz y Whitney Gallegos (México), Donald Stanley y Kimberlyn Juárez (Guatemala). Ellos continuarán con el discipulado y la formación de líderes por tres meses. El primer equipo permaneció cinco días más para orientar al nuevo, presentándolos a la iglesia y a la comunidad, garantizando así una transición cuidadosa.
Se piden oraciones por la salud, fuerzas y guía del Espíritu Santo para este nuevo equipo, por los misioneros que regresaron a sus países y por la iglesia naciente en Pedernales. “El deseo es que el Distrito Sur abrace esta obra y desarrolle una iglesia saludable que ame, sirva y se multiplique”, afirmó Elba Duson, coordinadora del proyecto.
“El que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
La obra de Dios en Pedernales avanza con pasos firmes. Niños, adolescentes y familias están siendo transformados, y una nueva iglesia se levanta. La Iglesia sigue en movimiento porque Cristo sigue obrando.
Fuente: Elba Duson, coordinadora de Movilización Misionera, Área Mesocentral.